No fue un destino, precisamente, deseado. Fue más bien, un destino no demasiado alejado de mi casa, en Girona (a escasas 2 horas en coche), y económicamente accesible para pasar el fin de año 2011 en pareja, en busca de algo especial. Y no nos defraudó, sino todo lo contrario.
Antes de llegar al destino, teníamos prevista una parada en La Abadía de Fontfroide en el departamento de Aude, a 14 km al sudoeste de Narbona, entre cuyos parágrafos históricos se relata la producción de vino, siendo aún, a día de hoy, su actividad.

Detalle vinícola en la Abadía de Fontfroide ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.

Claustro de la Abadía de Fontfroide ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.

Vista de los viñedos de la Abadía de Fontfroide ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Como en cada viaje, hay que decidir el “campo base”, siendo de gran importancia la elección de un hotel en condiciones. Nos gustan con personalidad, y el Hotel La Residence de 3 estrellas, fue una buena elección. Personal agradable, muy limpio y bien de precio. Un hotel de estilo colonial, con decoración muy afrancesada pero sin demasiadas extravagancias. Recomendable.

Fachada del Hotel La Residence en Narbonne ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
La verdad es que no esperábamos mucho de Narbonne, pero esta ciudad nos otorgó alguna otra cosilla más de lo previsto. Quizás su arraigado carácter occitano tuvo algo que ver
Es, en primer lugar, y como no podía ser de otra manera, tierra de vinos. Situada en la zona vinícola del sureste de Francia, Languedoc-Rousillon, alberga gran variedad de denominaciones de origen o Appellation d’origine contrôlée (AOC) , de entre los cuales pude degustar vinos de la AOC Corbières, de la AOC La Clape y de la AOC Languedoc.
La AOC Corbières elabora vinos muy afrutados, sin demasiada astringencia y gran personalidad. Tuvimos la oportunidad de probar un Châteaux les Palais Cuvée Tradition del 2009 en uno de sus mejores restaurants: Le Méli-Mélo. Un local muy acogedor en el número 6 Rue du Lion d’Or, con una decoración clásica, pero con mucho gusto, desde el aparador hasta los rincones. Una carta con especialidades a la brasa.

Cena con Châteaux Les Palais en el restaurante Le Méli-Mélo ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
El vino fue encantador. Joven e impetuoso en copa, de vigoroso color rubí a la luz de la vela y suave y elegante en boca. Y de un precio muy asequible.
Paseando por la Via Domitia y otras calles iluminadas de la navidad y decoradas para la entrada del nuevo año, llegamos también a otro de esos buenos restaurantes que oculta cada ciudad.

Calles decoradas para la navidad en Narbonne ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.

Calles decoradas para la navidad en Narbonne ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.

Calles decoradas para la navidad en Narbonne ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.

Calles decoradas para la navidad en Narbonne ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.

Puente decorado para la navidad en Narbonne ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Esa noche nos llevó a elegir L’Auberge des Jacobins, situado en el número 9 de una plaza con el mismo nombre. Un pequeño restaurante, de apenas 10 mesas, íntimo, de dos alturas. Una familia italiana, un par de amigas, 2 parejas y un grupo de amigos y familiares de la dueña llenábamos el local esa noche. Para regar la comida, nos sugirieron un Châteaux la Rouquette sur Mer La Clape Cuvée Adagio del 2010. La AOC La Clape tiene algo que hace especial el vino: un toque de mar. Así lo definí cuando lo probé. A revés de su predecesor en mi boca, aquél fino Corbières, este Clape de olores frutales intensos, me recordó a tonos salinos, fuertes en boca y grandes muestras de su juventud.
Las vides de esta denominación están próximas al mar, y en invierno las parras duermen con algún racimo seco, que nos recuerda que por allí pasó una buena vendimia.

Detalle de parra en invierno con el mar de fondo en La Clape ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Avanzaban los días para fin de año, y hubo tiempo para pasear y visitar los rincones propuestos por la oficina de turismo. Nos recomendaron el Pass o “pasaporte” para visitar por 9 euros los mejores encantos de esta ciudad, que fue la primera en ser colonizada (fuera de Italia) por el imperio romano, y que sirvió de punto de partida para otras colonizaciones como Tarraco (en España), Marsella (en Francia), Cartago (en Túnez), etc. Un gran motivo histórico para no olvidar a esta pequeña ciudad, sin duda.

"Pass" o pasaporte turístico para visitar centros culturales y monumentos ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Con este pasaporte cultural, podemos subir a lo alto del Donjon Gilles Aycelin o torre del Ayuntamiento, contemplar los tesoros de la catedral, visitar el más que curioso Horreum o almacén romano, entrar en los museos Arqueológicos y de Arte e Historia, recorrer la casa natal del gran cantante Charles Trenet y, por encima de todos ellos, el Museo Lapidaire en el que se exponen más de 2000 piezas lapidarias del imperio romano. Sencillamente espectacular. Y la persona responsable de este museo, una persona encantadora.
También es de obligada visita la Catedral San Justo y San Pastor, el mercado Les Halles, la estación de trenes y recorrer los puentes que se alzan por el canal que divide la ciudad.

Panorámica de Narbonne desde el Donjon Gilles Aycelin ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.

Vista de la ciudad desde el puente sobre el canal ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Finalmente llegó despedir el año 2011, y buscar una manera “diferente” para dar la bienvenida al 2012. Para celebrar el fin de año elegimos un restaurante incluido en la guía Michelin, Le Petit Comptoir, que entre sus grandes virtudes, es poseer una alta cocina reconocida y una gran selección de vinos. Está situado en el 4 Bd Maréchal Joffre.
Como bienvenida, un Muscat de Rivesaltes. Una vez acomodados en la mesa, para el maridaje de la cena especial de la Saint Sylvestre, nos sirvieron Les Darons del 2010 de la AOC Languedoc.

Vino Les Darons de AOC Languedoc en Le Petit Comptoir para la cena de Año Nuevo ©quimsphotos. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Con las variedades Garnacha y Cariñena, y con sus aromas de frutas maduras, rojas y negras, este vino representa a los “antepasados” de los vinos tintos de Languedoc. Como curiosidad, este vino fue etiquetado con el nombre “Les Darons”, una expresión de cariño para “Los Padres” en las afueras de París, donde el enólogo Jeff Carrel nació.
Cabe decir que el vino no fue excepcional. Pero la noche y la compañía sí lo fue.